“Quiérete poquito” es una frase que me han dicho más de una vez. “Quiérete poquito y ve a hacer ejercicio.” “Quiérete poquito y ponte a dieta.” “Quiérete poquito y deja de comer frituras.” “Quiérete poquito y baja de peso.” “Quiérete poquito y tal vez llegues a quererte mucho.”
¿Les digo algo? Sí me llegué a querer poquito. Llegué a quererme tan poco que por años viví luchando contra mi peso. Mi camino fue largo y lleno de intentos con recetas mágicas. Desde tomar pastillas hasta inyecciones diarias. Dietas y más dietas. Editar mis fotos y nunca querer usar un bikini. ¿Y qué fue lo que logré? Logré que las pastillas me laxaran al grado de vomitar y tener que ir al hospital. Que las inyecciones me hicieran bajar de peso hasta enfermarme. Incluso llegué a llevar una dieta en donde mis únicos alimentos permitidos eran pollo y pepino. Y todo esto de la mano de hacer ejercicio, especialmente cardio.
¿Pero que no al quererme poquito iba a lograr quererme mucho? Pues tardé varios años en descubrir que la respuesta es que no. El querernos no tiene nada que ver con nuestra apariencia física, porque si así lo fuera yo no me hubiera sentido vacía después de bajar 16 kilos en menos de 3 meses. O tal vez hubiera logrado alcanzar todas mis metas simplemente llegando a “mi peso ideal”.
El amor propio no se trata de evitar unos tacos fritos y 25 vodkas. Claro, hay que trabajar en nuestros hábitos. Pero no podemos vivir satanizando lo que está a nuestro alrededor o queriendo alcanzar lo inalcanzable porque eso hace mucho daño. Yo todavía recuerdo haberle dicho a mi mamá que podría vivir comiendo pays (de Carls Jr.) y su respuesta fue “claro, para que termines rodando por las escaleras”. O decir que yo siempre era la hija a la que tenía que quitar de la mesa para que dejara de comer.
Así que hay que buscar nuevas y mejores maneras para comunicar el llevar un estilo de vida saludable y que vaya de la mano con el amor propio. Aprendamos que el querernos se logra escuchando a nuestro cuerpo. Se aprende cuidando mente, cuerpo y alma. Así que hoy los invito a que no se quieran poquito. Quiéranse tanto que hagan ejercicio por cómo los hace sentir. Quiéranse tanto que coman por hambre física y no emocional. Quiéranse tanto que su amor propio crezca cada día más y no solo “poquito”.
Hermosas palabras. Justo hoy estoy pasando por algo similar, desde niña tengo mala relación con la comida y me desespera no aprender. Aveces siento que no aprenderé hasta llegar al hospital o enfermarme de algo. Estoy desesperada